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miércoles, 20 de agosto de 2014

LOS HIJOS DE LA ENVIDIA ( Rep. Año 2008)





LOS HIJOS DE LA ENVIDIA


Los hijos de la envidia
se retuercen.
son como sapos
desvergonzadamente gordos.

Sin brillo en los ojos
o definitivamente ciegos.
Suelen envolver sus lenguas
como las enormes anacondas.

Con sus mortales venenos
ellos viven succionando,
de continuo sus putrefactas
heridas con hedor a muerte.

Los hijos de la envidia
creen ir vestidos de amarillo oro,
más su color es gris pastoso
ellos son las hienas humanas.

Hablan de glorias pasadas
y futuras, más doy por seguro
que mienten, son patéticos
acorralan y manipulan a almas sumisas.

Llevan los dientes podridos
con bocas falsas
y sonrisita de dentífrico,
aunque viven succionando sus fluidos.

Tienen a contrata en la lengua
un enano que les zurce las palabras,
que ellos no saben pensar
porque la envidia es descerebrada.

Son los padres de la cultura moderna,
usan zapatos de fango y van dejando
sus inmundas huellas en los pastos nobles,
los manchan, no soportan su lozanía.

Se seducen entre ellos odiándose.
Son los guardianes de las puertas de los infiernos
y fallecen cuando a su vida asoman los hijos del amor.

Rossana Arellano
© VIVIR LAS HORAS

jueves, 14 de agosto de 2014

EL JARDÍN DE LOS HIPÓCRITAS III




EL JARDÍN DE LOS HIPÓCRITAS

-Deja que las ideas fluyan y libremente se deslicen-

Me duelen las costillas, empezó este dolor, luego que ciertos hombres
devolvieron patadas a cambio de afecto.
No me interesa propinarles de regreso rodillazos, sin embargo les hago
entrega expresa de su hambre de miserias y sus corchos de desazón.

Lejos ya, del jardín de los hipócritas, me nombro a mi misma con la
boca ancha y escribo mis ideas en cada una de mis vértebras.
Enfrento un viaje, lo más distante al torneo de falsas noticias y
manipulación a seres completamente ignorantes.
Nada hay que reconozca como propio en esta dimensión de oradores a grito pelado.

Aburrida hasta el cansancio, me acurruco en la tranquilidad del hogar
y prolongo esta sanación en sesiones ordenadas en el trecho benigno de
mi paisaje cierto.

Nada me adeudas y nada en lo absoluto requiero de ti, de modo que no
hurgues los rincones de mis aguas, ni busques con palabras de auxilio,
cuando desates temporales en tu jardín de hipócritas.

Me resulta gracioso, acreditar tu nombre en la punta de  mi lengua.
Heme aquí, blandiendo el tiempo que únicamente a mi pertenece.
Sólo me salen palabras de gratitud.

Que nada quede anquilosado en el recuerdo y aquella oratoria de
hipócritas, no ocupe ni el viento de mis inspiraciones.


Rossana Arellano

** Imagen tomada de la web, pertenece a David Ho